En el casco antiguo de Nessebar, la luz del sol baila sobre los adoquines al entrar en una encantadora bodega cubierta de enredaderas.
En una terraza con vistas a las aguas turquesas del Mar Negro, aguardan copas de cristal, cada una de las cuales promete encanto. Su guía, un local con un brillo en los ojos, le revela los secretos de Bulgaria: el profundo y terroso Mavrud, el crujiente y cítrico Sauvignon Blanc y el robusto Melnik envejecido en roble. Cada sorbo es un viaje a través de viñedos bañados por el sol y tradiciones familiares. Cuando el sol se pone, arrojando un brillo dorado, llega una tabla de quesos, para disfrutar de una sinfonía de sabores en tu lengua. Las risas mezcladas con la brisa del mar crean un tapiz inolvidable de magia búlgara.